Conversando conmigo
siento dolor... Y pena, melancolía, añoranza, tristeza, un sinfín de sentimientos a los que me aferro sin querer hacerlo, creyendo que los necesito y sabiendo que no los quiero. El dolor me lleva al miedo, sí, miedo porque ante mí veo un nuevo camino que no sé dónde va, y cada vez que intento dar un paso, me apego al camino andado, al que creo que conozco, quedando inmóvil, sólo mirando sin saber qué hacer y llenándome de incertidumbre hasta agotarme.